Muchos integrantes de los CDR han quedado atrapados
“Vamos a implantar, frente a las campañas de agresiones del imperialismo, un sistema de vigilancia colectiva revolucionaria y que todo el mundo sepa quién es y qué hace el que vive en la manzana...”. Estas palabras fueron expresadas en la noche del 28 de septiembre de 1960 por Fidel Castro Ruz, en el acto de constitución de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), frente al antiguo Palacio Presidencial.
Los CDR han tenido como misión desde sus inicios, movilizar a quienes los integran para proteger los intereses de la cúpula gobernante, con el pretexto de “defender la Revolución y las supuestas conquistas del socialismo”, de un enemigo extranjero. Esta organización es una estructura controlada por la dictadura que tiene como objetivo vigilar, chivatear y controlar la vida tanto pública como privada de todas las personas en su radio de acción (la manzana: cuadra por cuadra), mediante el trabajo directo con las familias de la comunidad. Esto ha traído consigo la división de núcleos familiares, ya que el régimen se ha encargado de sembrar en su seno el odio y la desconfianza.
Algunos miembros que conforman los CDR se involucran en los llamados “actos de repudio” contra grupos de personas defensoras de los derechos humanos, ejerciendo sobre ellos el abuso, la intimidación y en ocasiones llegan hasta la agresión física contra aquellos a quienes se les considere “contrarrevolucionarios” o “enemigos de la Revolución”.
Ante el rotundo fracaso del régimen muchos integrantes de los CDR han quedado atrapados en esta trama de chivatería y vigilancia pues temen retirarse y ser objetos de amenaza, chantaje y hasta perder su puesto de trabajo. En esta situación se encuentran cubanos que no se siente identificado con los “comités” porque no responden a los intereses del pueblo sino que son un instrumento represivo más de la clase dominante que insiste en mantenerse en el poder por medio de la fuerza queriendo justificarse con la bandera de una ideología arcaica y fracasada.
Por Roberto Blanco Gil, Presidente del Comité Contra los Malos Tratos de Cuba Independiente y Democrática (CID) y Defensor del Pueblo.
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