La última cruzada
No son tiempos de cometer errores para los que gobiernan Cuba. Los fracasos de su sistema político-social y el descontento popular se han ido acumulando durante años al punto de desbordar los depósitos de la credibilidad y contaminar todos los ámbitos de la vida diaria, impregnándolos de derrota e indiferencia. Tales sentimientos en la población son el caldo de cultivo propicio para el estallido social, que no encontraría resistencia en el vasto grupo de los descreídos.
Si bien la mayoría de los cubanos es incapaz en estos momentos de rebelarse contra el poder establecido no existe fuerza más allá de los órganos represivos, pagados por el Estado, dispuesta a combatir actos antigubernamentales. Quien no esté seguro de esta realidad que compruebe los hechos de los últimos años: en vez de golpear a activistas de la oposición durante sus manifestaciones por las calles, en contra del régimen, es muy común que la gente saque sus teléfonos móviles para grabar lo que está sucediendo.
Antes había una pronta respuesta por parte de algún que otro “cederista” convencido; ahora nadie hace nada. Lo ideal sería que los ciudadanos se sumaran a los reclamos de la oposición de manera espontánea y masiva, pero al menos ya no hay represión por iniciativa propia. Los actos de repudio a disidentes son organizados por el gobierno… o no son.
Los altos dirigentes saben que, de perder el actual subsidio venezolano se generaría una crisis de desabastecimiento semejante a la de los años 90’ del siglo pasado. El Estado podría desestabilizarse, así como el combustible arde gracias a una pequeña chispa inicial. El orden social y la obediencia, que se sustenta en el miedo, podrían perderse.
Además, han pasado décadas desde el fin de la Guerra Fría y el país ha tenido que abrirse al mundo. Esto, aunque ha ocurrido de forma lenta y controlada por el régimen, ha ido socavando el modelo castrista como paradigma, penetrando en la mentalidad de los cubanos. La generación histórica está desvaneciéndose, sus hijos están decepcionados y sus nietos integran las filas de la apatía política, en algunos puntos cercana a la disidencia, o al menos más cerca de ella que de la ideología del totalitarismo.
Por eso, mientras más pasa el tiempo, más peligroso se vuelve el juego del régimen para mantenerse. Tiene que arriesgarse más, realizar más aperturas, y llegará un punto en que los hechos se precipitarán hacia un cambio bastante repentino.
Mientras tanto, sus últimas cartas sobre la mesa parecen ser el puerto de Mariel combinado con la nueva Ley de Inversión Extranjera. Si Venezuela se hunde (algo que hasta los del Comité Central ven venir desde hace tiempo), Cuba quedará a la deriva económica. Casi tan abandonada como cuando acabó la Guerra Fría y la Isla pasó a ser un museo gigante del comunismo, una feria de antigüedades donde el comercio más rentable era el de las imágenes del Che en los pulóveres vendidos a extranjeros.
Por eso no importan ni la eclosión de los cuentapropistas, ni la posibilidad de tener un pasaporte o de comprar una casa o un automóvil. Ni siquiera el servicio de Internet que llegará a las casas, según se ha anunciado, este mismo año. La última cruzada de Raúl Castro y sus subalternos es el proyecto de Mariel y la apuesta por alquilarle Cuba a foráneos. Los que mandan en Cuba tienen que hilar bien, bien fino. Al actual presidente le va en ello su apacible retiro programado para 2018 o tal vez, quien sabe, la supervivencia misma del régimen que él ayudó a crear y heredó de su hermano mayor.
Por Víctor Ariel González
Fuente: Bloqueo informativo al pueblo cubano, suplemento de La Nueva República
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2 comments:
Ariel sigue teniendo una buena forma de dibujar la realidad de Cuba con letras ..Los que mandan en Cuba tienen que hilar bien, bien fino. Al actual presidente le va en ello su apacible retiro programado para 2018 ..
28 de marzo de 2014, 19:38Excelente y acertado análisis. El régimen tiene todo apostado a la inversión de El Mariel que encuentra dos gigantes dificultades. La primera, evidente, es el Embargo y por ello también han apostado todo su caudal político a levantarlo. Pero por otra parte esta lo no tan evidente para ellos, la ineficiencia del sistema que implicara que ese proyecto El Mariel terminara en otro fracaso o con rendimientos muy bajos.
31 de marzo de 2014, 10:35Publicar un comentario