Don Huber, suya es la paz, nuestra es la lucha
Carlos Francisco Echeverría, ex Ministro de Cultura costarricense y amigo personal de Huber Matos despide el duelo en el cementerio de San José en Costa Rica el 8 de marzo
Amigas y amigos:
La familia de don Huber Matos me ha hecho el inmenso honor de pedirme que les diga unas palabras.
En estos días se ha dicho y escrito mucho, y se dirá y escribirá aún más, sobre Huber Matos el héroe, el político, el patriota. Hemos escuchado y vamos a escuchar incluso elogios que se pudieron haber hecho mucho tiempo atrás, pero que esperaron esta hora para decirse. Todos son justos y todos, incluso los que yo diga hoy, se van a quedar cortos. Porque el hombre al que estamos despidiendo hoy es más que un héroe, más que un político, más que un patriota.
Es cierto que Huber Matos fue todo eso, pero los que tuvimos la fortuna de verlo más o menos de cerca sabemos que fue más que todo eso. Yo tengo que confesarles que cuando lo conocí esperaba enfrentarme a un guerrero, a un hombre curtido por la lucha, marcado por el dolor, lleno de la furia santa de quien sabe que está luchando por una causa justa. Y sí, de alguna manera todo eso estaba allí, pero por encima de eso había, para mi enorme sorpresa, una inmensa paz, una serenidad, incluso una dulzura, una placidez que me desconcertaron Por completo.
Posiblemente a muchos de ustedes les pasó lo mismo, y no les estoy diciendo nada nuevo, pero para mí la experiencia de conocer a Huber Matos Benítez fue una especie de epifanía. No pude menos que decirme: es posible. Es posible elevarse por encima de las pasiones de este mundo, y conservando uno sus valores, sus principios, sus convicciones; incluso luchando ferozmente por esos principios y esas convicciones, elevarse por encima de eso y no perder nunca de vista que el fin de todo, el objetivo de todo es la fraternidad, la felicidad, los frutos del amor libremente expresado entre los seres humanos. Si algo yo encontré en la mirada de Huber Matos fue eso: paz, fraternidad, amor. Y él mismo lo dijo en una entrevista con Héctor Pérez: yo vivo sin miedo – porque era un héroe – y sin odio – porque era más que un héroe.
Huber Matos luchó apasionadamente toda su vida por la libertad de los cubanos, y por la democracia en Cuba. Cuba Independiente y Democrática es el nombre de su partido, y aunque aquí estamos en territorio costarricense, hay miles de corazones cubanos, de hombres y mujeres heroicos como él, que están aquí con nosotros en espíritu: los militantes y los líderes del CID, que soportan humillaciones y vejaciones de toda clase pero se mantienen firmes por la inspiración y el ejemplo de su líder. Ellos están aquí, con nosotros, porque están en los corazones de muchos de nosotros, y ciertamente estuvieron hasta el final en el corazón de Huber Matos. Él sigue estando con ellos, de alguna manera que no somos capaces de entender.
Huber Matos va a descansar, transitoriamente, en este pequeño territorio que le dio asilo, y que acogió a su familia en momentos aciagos. Para toda Costa Rica es un honor que él nos haya escogido como lugar de reposo temporal.
Pero si esto ocurriera en otro momento de la historia, en una Cuba independiente y democrática, aquí estarían las cadenas internacionales de noticias, y habría jefes de Estado y grandes delegaciones de organismos internacionales, porque en realidad el hombre al que hoy estamos despidiendo no es de menor estatura moral y política que Martin Luther King o que Mahatma Gandhi. Fue un hombre hecho de esa misma madera. Y quienes lo vimos pasar por nuestras vidas, de una u otra forma, lo vimos como un cometa, cuya luz no se extingue sino que pervive en cada uno de nosotros.
Qué mejor manera de despedir a don Huber, entonces, que decirle: usted no se va. Usted se queda en cada uno de nosotros. Su huella, su luz, sigue viva en cada uno de nosotros, y en miles de cubanos que están dispuestos a continuar su lucha. Celebramos su vida, porque es un faro que nos va a seguir iluminando, y porque nos recuerda que al final lo más importante es la convivencia fraternal entre seres humanos solidarios y libres.
Don Huber, suya es la paz, nuestra es la lucha.
Amén.
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Amigas y amigos:
La familia de don Huber Matos me ha hecho el inmenso honor de pedirme que les diga unas palabras.
En estos días se ha dicho y escrito mucho, y se dirá y escribirá aún más, sobre Huber Matos el héroe, el político, el patriota. Hemos escuchado y vamos a escuchar incluso elogios que se pudieron haber hecho mucho tiempo atrás, pero que esperaron esta hora para decirse. Todos son justos y todos, incluso los que yo diga hoy, se van a quedar cortos. Porque el hombre al que estamos despidiendo hoy es más que un héroe, más que un político, más que un patriota.
Es cierto que Huber Matos fue todo eso, pero los que tuvimos la fortuna de verlo más o menos de cerca sabemos que fue más que todo eso. Yo tengo que confesarles que cuando lo conocí esperaba enfrentarme a un guerrero, a un hombre curtido por la lucha, marcado por el dolor, lleno de la furia santa de quien sabe que está luchando por una causa justa. Y sí, de alguna manera todo eso estaba allí, pero por encima de eso había, para mi enorme sorpresa, una inmensa paz, una serenidad, incluso una dulzura, una placidez que me desconcertaron Por completo.
Posiblemente a muchos de ustedes les pasó lo mismo, y no les estoy diciendo nada nuevo, pero para mí la experiencia de conocer a Huber Matos Benítez fue una especie de epifanía. No pude menos que decirme: es posible. Es posible elevarse por encima de las pasiones de este mundo, y conservando uno sus valores, sus principios, sus convicciones; incluso luchando ferozmente por esos principios y esas convicciones, elevarse por encima de eso y no perder nunca de vista que el fin de todo, el objetivo de todo es la fraternidad, la felicidad, los frutos del amor libremente expresado entre los seres humanos. Si algo yo encontré en la mirada de Huber Matos fue eso: paz, fraternidad, amor. Y él mismo lo dijo en una entrevista con Héctor Pérez: yo vivo sin miedo – porque era un héroe – y sin odio – porque era más que un héroe.
Huber Matos luchó apasionadamente toda su vida por la libertad de los cubanos, y por la democracia en Cuba. Cuba Independiente y Democrática es el nombre de su partido, y aunque aquí estamos en territorio costarricense, hay miles de corazones cubanos, de hombres y mujeres heroicos como él, que están aquí con nosotros en espíritu: los militantes y los líderes del CID, que soportan humillaciones y vejaciones de toda clase pero se mantienen firmes por la inspiración y el ejemplo de su líder. Ellos están aquí, con nosotros, porque están en los corazones de muchos de nosotros, y ciertamente estuvieron hasta el final en el corazón de Huber Matos. Él sigue estando con ellos, de alguna manera que no somos capaces de entender.
Huber Matos va a descansar, transitoriamente, en este pequeño territorio que le dio asilo, y que acogió a su familia en momentos aciagos. Para toda Costa Rica es un honor que él nos haya escogido como lugar de reposo temporal.
Pero si esto ocurriera en otro momento de la historia, en una Cuba independiente y democrática, aquí estarían las cadenas internacionales de noticias, y habría jefes de Estado y grandes delegaciones de organismos internacionales, porque en realidad el hombre al que hoy estamos despidiendo no es de menor estatura moral y política que Martin Luther King o que Mahatma Gandhi. Fue un hombre hecho de esa misma madera. Y quienes lo vimos pasar por nuestras vidas, de una u otra forma, lo vimos como un cometa, cuya luz no se extingue sino que pervive en cada uno de nosotros.
Qué mejor manera de despedir a don Huber, entonces, que decirle: usted no se va. Usted se queda en cada uno de nosotros. Su huella, su luz, sigue viva en cada uno de nosotros, y en miles de cubanos que están dispuestos a continuar su lucha. Celebramos su vida, porque es un faro que nos va a seguir iluminando, y porque nos recuerda que al final lo más importante es la convivencia fraternal entre seres humanos solidarios y libres.
Don Huber, suya es la paz, nuestra es la lucha.
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