“Preservar la legalidad y el orden: un interés de todos”
Un titular del Granma del 2 de noviembre, 2013 no deja de sorprendernos:
“Preservar la legalidad y el orden: un interés de todos”
Comentario:
“Todavía hay quienes piensan que la nuestra es una sociedad acrítica, que no opina”, comienza afirmando en su artículo un alegre reportero de Granma. Y lleva razón: sería falso acusar a los cubanos de no criticar las malas decisiones de sus gobernantes, la falta de libertad o la tremenda escasez de riqueza tanto material como espiritual que sufre el país. Lo infame es argumentar ese sentido crítico con que “ha sido la propia Revolución la que (…) nos ha convocado a ejercer el criterio para, entre todos, encontrar las mejores soluciones”.
Una mentira tan descarada es propia del principal periódico del país. Es propia de sus gobernantes y del personal contratado por ellos para hacer la propaganda oficial. En un artículo donde se pretende justificar las impopulares medidas recientemente anunciadas y aplicadas, relativas al comercio en el sector privado y a los cines 3D y salas de videojuegos (también propiedad de particulares), se cae en el lamentable discurso de la obediencia ciega a quienes han destruido a Cuba, escudándose tras la falsa imagen de la participación ciudadana en los debates inevitables y escandalosos que generó tal decisión gubernamental.
Sin duda alguna, el cese de las actividades antes mencionadas y el cierre de los establecimientos donde se desarrollan son retrocesos en el terreno de las reformas y un motivo justificado para la desconfianza en el “nuevo modelo” raulista.
“No podían continuarse admitiendo, frente a los ojos de todos, las violaciones que se estaban cometiendo”, expresa el órgano oficial de prensa. Se desprecia, claro está, papel que estaban jugando los privados en la comunidad, donde todos salían ganando: un sector de la sociedad tenía empleo, la gente encontraba muchas veces mejores precios o servicios que el Estado es incapaz de brindar, y además este último cobraba un impuesto que ahora dejará de percibir.
El escrito de Granma concluye así: “Por encima de la afectación temporal que las medidas adoptadas puedan causar a un sector de la población [que por cierto, se trata de miles de individuos] está el interés superior de toda la ciudadanía en preservar la legalidad y el orden, sin los cuales no podríamos seguir avanzando.”
Está demostrado que las prohibiciones son las principales causantes de la ilegalidad. Lo que sucederá ahora es que todas las actividades que fueron proscritas pasarán a la clandestinidad, en donde sobrevivieron saludablemente durante años, sin la ayuda de un Estado cuyas torpezas lo enajenan cada vez más de la sociedad.
Por Víctor Ariel González
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“Preservar la legalidad y el orden: un interés de todos”
Comentario:
“Todavía hay quienes piensan que la nuestra es una sociedad acrítica, que no opina”, comienza afirmando en su artículo un alegre reportero de Granma. Y lleva razón: sería falso acusar a los cubanos de no criticar las malas decisiones de sus gobernantes, la falta de libertad o la tremenda escasez de riqueza tanto material como espiritual que sufre el país. Lo infame es argumentar ese sentido crítico con que “ha sido la propia Revolución la que (…) nos ha convocado a ejercer el criterio para, entre todos, encontrar las mejores soluciones”.
Una mentira tan descarada es propia del principal periódico del país. Es propia de sus gobernantes y del personal contratado por ellos para hacer la propaganda oficial. En un artículo donde se pretende justificar las impopulares medidas recientemente anunciadas y aplicadas, relativas al comercio en el sector privado y a los cines 3D y salas de videojuegos (también propiedad de particulares), se cae en el lamentable discurso de la obediencia ciega a quienes han destruido a Cuba, escudándose tras la falsa imagen de la participación ciudadana en los debates inevitables y escandalosos que generó tal decisión gubernamental.
Sin duda alguna, el cese de las actividades antes mencionadas y el cierre de los establecimientos donde se desarrollan son retrocesos en el terreno de las reformas y un motivo justificado para la desconfianza en el “nuevo modelo” raulista.
“No podían continuarse admitiendo, frente a los ojos de todos, las violaciones que se estaban cometiendo”, expresa el órgano oficial de prensa. Se desprecia, claro está, papel que estaban jugando los privados en la comunidad, donde todos salían ganando: un sector de la sociedad tenía empleo, la gente encontraba muchas veces mejores precios o servicios que el Estado es incapaz de brindar, y además este último cobraba un impuesto que ahora dejará de percibir.
El escrito de Granma concluye así: “Por encima de la afectación temporal que las medidas adoptadas puedan causar a un sector de la población [que por cierto, se trata de miles de individuos] está el interés superior de toda la ciudadanía en preservar la legalidad y el orden, sin los cuales no podríamos seguir avanzando.”
Está demostrado que las prohibiciones son las principales causantes de la ilegalidad. Lo que sucederá ahora es que todas las actividades que fueron proscritas pasarán a la clandestinidad, en donde sobrevivieron saludablemente durante años, sin la ayuda de un Estado cuyas torpezas lo enajenan cada vez más de la sociedad.
Por Víctor Ariel González
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Fuente bloqueo informativo al pueblo cubano, suplemento de La Nueva República | |
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