Un entierro que pudo haber conmovido a Cuba
Roberto Ribalda murió el 16 de febrero de 2013 después de 38 días de huelga de hambre durante los cuales la dictadura impidió que se le brindara asistencia médica. Su huelga era una protesta porque había sido detenido por un delito que no había cometido. No es el primer cubano que muere en estas circunstancias. El régimen teme que la población penal se incline a protestar con huelgas de hambre para reclamar sus derechos.
En Cuba hay miles de personas detenidas por delitos que el régimen provoca por sus leyes injustas, por los bajos salarios que ganan los trabajadores y por la falta de oportunidades. Un alto porcentaje de la población vive arrinconada entre la supervivencia y la ilegalidad.
Por ser un hombre de pueblo sin un historial de actividad política opositora su injustificada muerte demostró hasta qué punto los derechos humanos de las personas son pisoteados en Cuba. En medio de sollozos y lamentos su madre confesó que ella siempre había sido revolucionaria.
Su entierro pudo haberse convertido en una manifestación masiva del pueblo contra las injusticias y la opresión, por esta razón el operativo represivo fue intenso. Entre los detenidos ese día estuvieron tres activistas del CID: Joel Fonseca, José Lino y Olga González, arrestados en las afueras del cementerio del reparto Raúl Sancha. Los agentes del Minint los trasladaron a la unidad de la PNR de dicho municipio donde fueron interrogados por más de 6 horas.
Olga González informó que de los agentes los amenazaron con encerrarlos bajo cargo de “peligrosidad pre delictiva” con una condena de cuatro años de privación de libertad si continuaban participando en actividades contestatarias o de seguir incentivando a la desobediencia entre los pobladores del lugar.
Además de los familiares y amigos solo cinco opositores pudieron participar en el entierro: Yuniel Hernández, Luis Santos, Omar Núñez y Ramona Maday del CID y Yanisbel Valido de Balseros sin Fronteras.
En Cuba hay miles de personas detenidas por delitos que el régimen provoca por sus leyes injustas, por los bajos salarios que ganan los trabajadores y por la falta de oportunidades. Un alto porcentaje de la población vive arrinconada entre la supervivencia y la ilegalidad.
Por ser un hombre de pueblo sin un historial de actividad política opositora su injustificada muerte demostró hasta qué punto los derechos humanos de las personas son pisoteados en Cuba. En medio de sollozos y lamentos su madre confesó que ella siempre había sido revolucionaria.
Su entierro pudo haberse convertido en una manifestación masiva del pueblo contra las injusticias y la opresión, por esta razón el operativo represivo fue intenso. Entre los detenidos ese día estuvieron tres activistas del CID: Joel Fonseca, José Lino y Olga González, arrestados en las afueras del cementerio del reparto Raúl Sancha. Los agentes del Minint los trasladaron a la unidad de la PNR de dicho municipio donde fueron interrogados por más de 6 horas.
Olga González informó que de los agentes los amenazaron con encerrarlos bajo cargo de “peligrosidad pre delictiva” con una condena de cuatro años de privación de libertad si continuaban participando en actividades contestatarias o de seguir incentivando a la desobediencia entre los pobladores del lugar.
Además de los familiares y amigos solo cinco opositores pudieron participar en el entierro: Yuniel Hernández, Luis Santos, Omar Núñez y Ramona Maday del CID y Yanisbel Valido de Balseros sin Fronteras.
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