miércoles, 13 de abril de 2016

No será suficiente para las castristas que los americanos de rodillas pidan perdón


Los norteamericanos pueden levantar el embargo y entregar la base naval de Guantánamo; pueden, incluso, ponerse de rodillas y pedir “perdón” a la tiranía castrista por tener una democracia tan contagiosa a solo 90 millas de las costas de Cuba.  


Negar que el presidente Obama posee excelentes dotes de político y orador es una manera poco atractiva de suicidarse intelectualmente; del mismo modo que atribuirle más poder del que en realidad tiene es una muestra del desconocimiento de cómo están distribuidos los poderes en la democracia norteamericana.  Lo único novedoso en el discurso que el presidente de los Estados Unidos dirigió al gobierno y pueblo de Cuba, desde el gran Teatro de La Habana, fue el orador. 

Desde la llegada de Fidel Castro al poder, en el año 1959, las voces dentro de Cuba se fueron sucediendo de generación en generación, siempre con una propuesta similar a la que ahora el presidente norteamericano le presenta al régimen cubano.  Pero la libertad de expresión, la creación de medios de prensa libre y el fin a las restricciones contra el desarrollo sano de la libre empresa nacional continúan siendo demonios de un experimento demasiado peligroso que la ingeniería social del comunismo no parece dispuesta a permitir.  

Las expresiones de rechazo por parte del gobierno de Raúl Castro contra el discurso del mandatario estadounidense no escatimaron falta de diplomacia, ignorancia política, descuido intelectual y desprecio por la voluntad popular.  Porque más allá de algunas opiniones amaestradas -representativas del obsoleto discurso oficial- el ciudadano real, que tiene que enfrentarse cada día con la escasez, el deterioro habitacional, los bajos ingresos salariales y otros gendarmes de la fatal arrogancia socialista, esperaba que la propuesta del presidente Obama rindiera mejores frutos. 

Sin embargo, algo quedó muy claro de este encuentro entre el régimen cubano y su “enemigo histórico”: El levantamiento del embargo no va a solucionar el resentimiento y la política de enfrentamiento del comunismo castrista contra los Estados Unidos. Los norteamericanos pueden levantar el embargo y entregar la base naval de Guantánamo; pueden, incluso, ponerse de rodillas y pedir “perdón” a la tiranía castrista por tener una democracia tan contagiosa a solo 90 millas de las costas de Cuba.  Ya los comunistas encontraron otro fantasma para no dejar morir la guerra fría caribeña: el pasado. 

Contra todo intento de distensión y entendimiento del gobierno norteamericano hacia Cuba, el régimen de La Habana esgrimirá el pasado.  Y con toda la fuerza enfermiza de su odio apocalíptico derribará, con todos los cañones de su intransigencia histórica, cualquier Rosa Blanca que levante la tolerancia, la sensatez, los reclamos de paz y la solidaridad humana.  

Por Ernesto Aquino Montes




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