Una visión sobre el Medio Oriente
Apenas regresa el estruendo de las bombas
israelíes sobre objetivos en Gaza, la prensa cubana oficial se apresura a sacar
las imágenes de palestinos muertos o mutilados, de sus familiares llorando
desconsoladamente, en fin, las marcas terribles de una guerra que ha durado
generaciones. En la televisión, una reportera obviamente fanatizada y para nada
imparcial se refiere a las víctimas del lado árabe como “mártires”. Pero tratar
de añadir dramatismo a las escenas de desolación, por sí solas tan
desgarradoras, sólo demuestra que los medios propiedad del Estado cubano
promueven el odio contra Israel.
No pasa lo mismo cuando los cohetes que lanzan
grupos radicales islámicos sobre territorio israelí matan a civiles. En esos
casos son muchos menos los muertos, gracias a los millones en defensa que el
gobierno de Tel Aviv se ve obligado a gastar para evitar males mayores. Lo que
se critica en Cuba, entonces, es que un misil interceptor cuesta decenas de
miles de dólares, y no que su objetivo era una casa israelí, que, por cierto,
podría estar habitada lo mismo por un judío que por un musulmán.
Para la prensa cubana, Hamás y Hezbolá
–quienes disparan indiscriminadamente sobre Israel– no son terroristas. Tanto
una como otra organización, a diario efectúan ataques contra poblados israelíes.
Aun así, no son reconocidas como responsables de que el conflicto en Oriente
Medio se extienda y profundice.
No se trata de justificar que el gobierno de
Tel Aviv haya autorizado el bombardeo de instalaciones civiles (en caso de que
sea cierta su responsabilidad, y no se trate de una estrategia de los radicales
árabes para inculpar a Israel). La guerra es un hecho lamentable en todos los
sentidos: es muy posible que algunos efectivos militares hayan cometido
crímenes. También hay que reconocer que del lado judío se encuentran algunos
extremistas tan terribles como los musulmanes radicales. Es el resultado de
tantos años de odio y revanchas, de interpretaciones aberradas de la historia y
la religión. Por supuesto, la manipulación política ha jugado otro importante
papel en el mantenimiento de las hostilidades.
Israel es un país desarrollado. Sin grandes
recursos naturales y rodeados de enemigos que en varias ocasiones le han hecho
la guerra, los israelíes han logrado una nación próspera y libre, donde
conviven varias confesiones. A diferencia de muchos de sus vecinos, países
árabes ricos en petróleo pero sumidos en la ignorancia y la pobreza, en Israel,
por ejemplo, las mujeres pueden estudiar, trabajar y manejar un automóvil (en
Arabia Saudí esto último está prohibido). También existe una economía de
mercado, hay partidos políticos y se realizan elecciones periódicamente. Israel
es, en efecto, una democracia reconocida.
Es decir, que Israel es un mal ejemplo para
casi todos los que le rodean, regidos por monarquías antidemocráticas que viven
de acuerdo a leyes arcaicas, incompatibles con la modernidad. Naciones que
están condenadas a permanecer en el obscurantismo y la miseria mientras sus
jeques tienen automóviles de oro, u organizan fastuosas delegaciones que acuden
a la Cumbre de los No Alineados para pedir dinero a los “países ricos”.
¿Cómo quedan los palestinos en todo esto? La
respuesta es, precisamente, la reformulación de esta pregunta. No se trata de
cómo quedan, sino qué son: rehenes. Los palestinos son rehenes. ¿Cuánto se
benefician las organizaciones en la Franja de Gaza que se encargan de
distribuir los millones en ayuda humanitaria que le envía el mundo? ¿Quién
garantiza que Hezbolá y Hamás no se hacen del control de la ayuda o al menos una
parte de ese control, y lo utilizan para reclutar a jóvenes sin futuro?
No valen la pena los shows mediáticos. Ni los
palestinos son mártires, ni los terroristas héroes, ni el ejército israelí una
legión de feroces asesinos. ¿Alguien ha intentado siquiera ponerse en el lugar
de Israel? ¿Pero en el de los palestinos, sí?
La justificación que utilizan muchos para no
hablar del conflicto árabe-israelí es que se trata de un tema muy complejo,
pero eso no significa que su solución sea imposible. Más bien es un aviso que
lleva años: es imprescindible seguir buscando una vía de entendimiento. O
mejor, tantas vías como sea posible.
La prensa del régimen cubano, al alimentar el
odio contra el Estado de Israel, se parcializa y, por lo tanto, desinforma. El
antisemitismo ha traído no pocos problemas en el pasado, como los han traído
las discriminaciones de toda índole. Aunque ya se sabe que el castrismo, por
tal de demostrar su punto, es capaz de recurrir a los más bajos instintos, y
que su interés real dista mucho de la paz duradera.
Por Víctor Ariel González
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3 comments:
En entrevistas a los representantes de Hamas, decian que ellos no habian matado casi ningun civil, claro sin explicar que no fue por NO TRATAR, YA QUE DISPARARON MAS DE 2000 COHETES, sino por la Defensa de el DOME sobre Israel que explotaba las bombas en el aire. Pobre palestinos, Hamas no los deja ni hablar, ni moverse, es en realidad una tragedia.
23 de agosto de 2014, 10:49Yo no se como se meten con Israelí, recuerdo en NY las colas de judíos haciendo colas en los aeropuertos para ir a defender a Israel,y los miles de tanques abandonados en el desierto y como se hiban a pie huyendo del combate.Son criminales y cobardes.
31 de agosto de 2014, 18:38Eso mismo opino yo sobre la forma que en cuba maneja las noticias si es que ellos ponen aa cuba como el paeaiso eso jacen creer al pueblo cubano y ante el mundo y cada vez se estan quedando atras nada cosas de las dictaduras comunistas con doble moral
31 de agosto de 2014, 22:00Publicar un comentario