La Nueva República: Promesas incumplidas
Los
anuncios de mejoras económicas, de incremento en la producción de
alimentos, quedaron en el aire. Han pasado casi ocho años desde que el
actual presidente de Cuba asumiera el cargo de manera interina,
convirtiéndose así en jefe de Estado, pero sus palabras que vaticinaban
una salida de la crisis han resultado ser letra muerta. Es como un
candidato que promete mucho antes de unas elecciones y cumple poco
cuando obtiene el poder político. Aunque, dicho sea de paso, una de las
singularidades del caso cubano es que no se realiza elección alguna.
Las reformas son insuficientes para que los cubanos mejoren su situación dentro del país en un tiempo deseable. La razón es que están encaminadas más a la supervivencia de la dictadura que a la mejora de las condiciones de vida del pueblo. El régimen intenta cultivar riquezas en el desierto que él mismo ha creado. Por eso realmente no ha habido un alivio para la dura situación de la gente común o incluso algo peor: parecen estar agravándose las carencias.
Pero las promesas raulistas no son los primeros cantos de sirena provenientes de una isla perdida. La revolución de 1959, que traía una fórmula mágica llamada “Programa del Moncada” y otras promesas que iban a solucionar los problemas de la Cuba republicana, pronto demostró que todo era falso. Solo que era demasiado tarde quizá para derrocar definitivamente a una élite que se estableció en el poder escudada tras el populismo y la retórica ultranacionalista.
Raúl Castro es el heredero de una dinastía que siempre prometió, pero no cumplió. Quizá él no tiene la culpa de lo que parece ser un mal de familia pero, ¿se le puede perdonar?
En cambio, la prensa oficial cubana persigue los fracasos ajenos, las crisis externas, las malas noticias. Parece como si los fracasos de otros afectaran más al país que los fracasos propios.
Las reformas son insuficientes para que los cubanos mejoren su situación dentro del país en un tiempo deseable. La razón es que están encaminadas más a la supervivencia de la dictadura que a la mejora de las condiciones de vida del pueblo. El régimen intenta cultivar riquezas en el desierto que él mismo ha creado. Por eso realmente no ha habido un alivio para la dura situación de la gente común o incluso algo peor: parecen estar agravándose las carencias.
Pero las promesas raulistas no son los primeros cantos de sirena provenientes de una isla perdida. La revolución de 1959, que traía una fórmula mágica llamada “Programa del Moncada” y otras promesas que iban a solucionar los problemas de la Cuba republicana, pronto demostró que todo era falso. Solo que era demasiado tarde quizá para derrocar definitivamente a una élite que se estableció en el poder escudada tras el populismo y la retórica ultranacionalista.
Raúl Castro es el heredero de una dinastía que siempre prometió, pero no cumplió. Quizá él no tiene la culpa de lo que parece ser un mal de familia pero, ¿se le puede perdonar?
En cambio, la prensa oficial cubana persigue los fracasos ajenos, las crisis externas, las malas noticias. Parece como si los fracasos de otros afectaran más al país que los fracasos propios.
Por Víctor Ariel González
Fuente: Bloqueo informativo al pueblo cubano, suplemento de La Nueva República
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