Liberarnos para el cambio social posible
Cuba: Constituirnos sujetos liberados, para el cambio social posible
Autor: Edell Escalante
El cuento El Infierno de Virgilio Piñera, (cuentista y dramaturgo cubano) nos ubica en el centro del drama del sujeto cubano que vive los horrores de una existencia marcada por el sin sentido, la falta de salidas, la inmovilidad, la costumbre ante el sistema totalitario que programa la mente, el cuerpo y el espíritu de once millones de cubanos con una eficacia diabólica. Un fragmento puede ilustrarnos la importancia de lograr la construcción de un sujeto que sea capaz de liberarse en su existencia para no obedecer eternamente a las lógicas de la perversidad de un sistema luciferino:
Más tarde aún (y ahora sí estamos en sus llamas), mientras nos quemamos, empezamos a entrever que acaso podríamos aclimatarnos. Pasados mil años, un diablo nos pregunta con cara de circunstancia si sufrimos todavía. Le contestamos que la parte de rutina es mucho mayor que la parte de sufrimiento. Por fin llega el día en que podríamos abandonar el infierno, pero enérgicamente rechazamos tal ofrecimiento, pues ¿quién renuncia a una querida costumbre?
El cubano padece dos “enfermedades crónicas” que han dificultado el proceso de salida de esas “queridas costumbres” que hace alusión Virgilio Piñera en su cuento, El Infierno, una de ellas es: El paternalismo, “las cosas caerán fortuitamente y de gratis de algún lado” o “¿cuándo nos darán tal o cual cosa que necesitamos?” y otra es el inmovilismo “esto no hay quien lo tumbe pero tampoco quien lo arregle”.
El documento que recién acaba de circular, el Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible, pienso que debe clarificar algunos puntos, en orden a esa necesidad que ellos mismos constatan de conocer y aprender del pasado para no repetir algunos esquemas que se eternizan en las sociedades habituadas a la opresión programada.
En primer lugar hay que tener en cuenta la urgencia de ayudar a los cubanos y cubanas a rescatar el sentido de ser personas y sujetos sociales con dignidad y derechos a los cuales no se pueden renunciar. Una de las debilidades del pueblo cubano, que a la vez es la fortaleza del sistema totalitario, es el desconocimiento de la Historia por la imposición de una historia oficial, que no permite el diálogo, la confrontación y la construcción inclusiva y participativa del conocimiento. En ese sentido tenemos un sujeto que no le interesa ningún llamamiento, ningún proyecto, porque ha vivido largas décadas de cansancio y reacción frente a un sistema que no permite articular el pensamiento y todo se basa en la desfundamentación.
En este mismo sentido no importa tanto pensar cuanto sentir, pero ese sentir se queda solamente en emociones que no llegan a convertirse en prácticas concretas en pro de una transformación social, entre otras cosas por la falta de visión histórica.
Otro de los puntos que llama la atención es el diálogo. El llamamiento enfatiza la necesidad del diálogo abierto, plural y transparente. Es necesario tener en cuenta que constituir sujetos dialógicos es un proceso tan delicado y a la vez tan hermoso como la gestación y el “dar a luz”. En Cuba no se ha aprendido a dialogar y lo más delicado es que encontramos el mismo esquema monológico absolutista y totalitarista de los Castros, reproducidos en muchos cubanos y cubanas.
Llegar al consenso y ponerse de acuerdo es difícil, todos saben de todo, por tanto, todas las opiniones deben prevalecer unas por encima de las otras, sin llegar a concretarse nada. Es importante conocer este entramado que habita al sujeto cubano, para saber apuntar hacia ese sujeto social que debemos ayudar a descubrirse en clave de libertad, para que no siga actuando eternamente desde la opresión, la doblez y la mentira oficial a la que está acostumbrado. Entonces podrá hacerse efectivo un llamamiento como proyecto hacia el futuro de una Cuba mejor, democrática e inclusiva.
Otro punto que no podemos ignorar es el alto grado de desesperanza y falta de visión de futuro del pueblo cubano. Hay siempre un temor a que las cosas no resulten, un miedo casi congénito a ser traicionados, una visión de la existencia desde la fatalidad y la evasión, que resuelve el problema, no con cambiar la historia opresora, sino con cambiar la geografía. No olvidemos la historia: Cuba es el último país de América Latina en alcanzar su independencia. Los colonizadores en aquel tiempo la llamaban: la siempre dócil Cuba. La siempre dócil Cuba está aclimatada dentro de las llamas de un sistema infernal y con varios diablos con cara de circunstancia, que han ayudado a condensar el sufrimiento y la rutina como costumbre muy querida.
Autor: Edell Escalante
El cuento El Infierno de Virgilio Piñera, (cuentista y dramaturgo cubano) nos ubica en el centro del drama del sujeto cubano que vive los horrores de una existencia marcada por el sin sentido, la falta de salidas, la inmovilidad, la costumbre ante el sistema totalitario que programa la mente, el cuerpo y el espíritu de once millones de cubanos con una eficacia diabólica. Un fragmento puede ilustrarnos la importancia de lograr la construcción de un sujeto que sea capaz de liberarse en su existencia para no obedecer eternamente a las lógicas de la perversidad de un sistema luciferino:
Más tarde aún (y ahora sí estamos en sus llamas), mientras nos quemamos, empezamos a entrever que acaso podríamos aclimatarnos. Pasados mil años, un diablo nos pregunta con cara de circunstancia si sufrimos todavía. Le contestamos que la parte de rutina es mucho mayor que la parte de sufrimiento. Por fin llega el día en que podríamos abandonar el infierno, pero enérgicamente rechazamos tal ofrecimiento, pues ¿quién renuncia a una querida costumbre?
El cubano padece dos “enfermedades crónicas” que han dificultado el proceso de salida de esas “queridas costumbres” que hace alusión Virgilio Piñera en su cuento, El Infierno, una de ellas es: El paternalismo, “las cosas caerán fortuitamente y de gratis de algún lado” o “¿cuándo nos darán tal o cual cosa que necesitamos?” y otra es el inmovilismo “esto no hay quien lo tumbe pero tampoco quien lo arregle”.
El documento que recién acaba de circular, el Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible, pienso que debe clarificar algunos puntos, en orden a esa necesidad que ellos mismos constatan de conocer y aprender del pasado para no repetir algunos esquemas que se eternizan en las sociedades habituadas a la opresión programada.
En primer lugar hay que tener en cuenta la urgencia de ayudar a los cubanos y cubanas a rescatar el sentido de ser personas y sujetos sociales con dignidad y derechos a los cuales no se pueden renunciar. Una de las debilidades del pueblo cubano, que a la vez es la fortaleza del sistema totalitario, es el desconocimiento de la Historia por la imposición de una historia oficial, que no permite el diálogo, la confrontación y la construcción inclusiva y participativa del conocimiento. En ese sentido tenemos un sujeto que no le interesa ningún llamamiento, ningún proyecto, porque ha vivido largas décadas de cansancio y reacción frente a un sistema que no permite articular el pensamiento y todo se basa en la desfundamentación.
En este mismo sentido no importa tanto pensar cuanto sentir, pero ese sentir se queda solamente en emociones que no llegan a convertirse en prácticas concretas en pro de una transformación social, entre otras cosas por la falta de visión histórica.
Otro de los puntos que llama la atención es el diálogo. El llamamiento enfatiza la necesidad del diálogo abierto, plural y transparente. Es necesario tener en cuenta que constituir sujetos dialógicos es un proceso tan delicado y a la vez tan hermoso como la gestación y el “dar a luz”. En Cuba no se ha aprendido a dialogar y lo más delicado es que encontramos el mismo esquema monológico absolutista y totalitarista de los Castros, reproducidos en muchos cubanos y cubanas.
Llegar al consenso y ponerse de acuerdo es difícil, todos saben de todo, por tanto, todas las opiniones deben prevalecer unas por encima de las otras, sin llegar a concretarse nada. Es importante conocer este entramado que habita al sujeto cubano, para saber apuntar hacia ese sujeto social que debemos ayudar a descubrirse en clave de libertad, para que no siga actuando eternamente desde la opresión, la doblez y la mentira oficial a la que está acostumbrado. Entonces podrá hacerse efectivo un llamamiento como proyecto hacia el futuro de una Cuba mejor, democrática e inclusiva.
Otro punto que no podemos ignorar es el alto grado de desesperanza y falta de visión de futuro del pueblo cubano. Hay siempre un temor a que las cosas no resulten, un miedo casi congénito a ser traicionados, una visión de la existencia desde la fatalidad y la evasión, que resuelve el problema, no con cambiar la historia opresora, sino con cambiar la geografía. No olvidemos la historia: Cuba es el último país de América Latina en alcanzar su independencia. Los colonizadores en aquel tiempo la llamaban: la siempre dócil Cuba. La siempre dócil Cuba está aclimatada dentro de las llamas de un sistema infernal y con varios diablos con cara de circunstancia, que han ayudado a condensar el sufrimiento y la rutina como costumbre muy querida.
http://cubacid.org/
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1 comments:
Es cierto y de esta situacion somos todos culpables tanto el regimen como nosotros, sus detractores, desde un exilio que no supo o no quiso identificar virtudes y valores del pueblo en su quehacer dentro del totalitarismo. No supimos motivar la creatividad productora por temor a parecer colaboracionistas. Una pelicula El Puente sobre el Rio Kwai asi lo ilustra. Hacer el puente era la oportunidad para levantar la moral de una tropa y probar su capacidad contra el enemigo. Si, se ofrecia ayuda al enemigo, pero se salvaba el espiritu del oprimido aumentando su autoestima. En el mediano plazo eso era lo realmente importante. Ese es el camino y todavia hay tiempo. Identifiquemos las virtudes en el caracter de quienes supieron asumir las responsabilidades que les fueron asignadas. Aun si erroneas, como las campanas internacionalistas o la propia defensa del pais frente a lo que le presentaron como agresion extranjera, la asuncion de la propia responsabilidad a cualquier riesgo es prueba del caracter que se necesita para sacar el pais de este letargo y evitar la nueva traicion gestada por el castrismo en su nueva dinastia castro-espin-del valle. Solo la transicion democratica podra evitar el regreso a un pasado donde el sargento Fulgencio, aceptado por los niveles mas altos de la sociedad cubana de la epoca, daba comienzo a la destruccion de nuestra democracia.
14 de agosto de 2012, 22:36Publicar un comentario