Testimonio de un arresto en Cuba
El lunes 13 de agosto regresaba de un viaje a Ciego de Ávila en el que tuve contacto con la familia del desaparecido hermano Harold Cépero Escalante, del Movimiento Cristiano Liberación (MCL) recientemente fallecido junto a Oswaldo Payá Sardiñas. Hice estancia en Santa Clara mi ciudad natal, donde coincidí con Abdel Rodríguez Arteaga, Vice Presidente Nacional del CID. Dimos inicio a una reunión de trabajo con Frank Reyes López, delegado provincial del CID en Villa Clara; Tamara Jiménez García delegada en Santa Clara y los activistas Olga Lidia González Barroso y Joel Fonseca Machado hasta entradas horas de la madrugada.
Acordábamos coincidir en la estación de ferrocarriles de Santa Clara para tomar el tren Habana-Santi Spirítus con el fin de trasladarnos a Trinidad y fundar la delegación de ese municipio. A las 5.00 am estábamos todos en el lugar y abordamos el mugriento y pestilente transporte. Llegamos a las 9:45 am a Santi Spiritus y tomamos un auto de alquiler que nos trasladó hasta Trinidad; al descender del auto pudimos observar un carro patrullero y un auto Lada con matricula partícular parqueado en la línea férrea de la entrada a la Playa La Boca, a unos 150 m de la vivienda del ex prisionero político Jorge Ramírez Calderón.
Le dije a mis acompañantes: ¡hasta aquí llegamos! Frank caminó contrario y nos dijo vamos a merendar para ver la reacción. Del Lada se desmontaron cuatro oficiales de la inseguridad del estado con paso acelerado mientras le indicaban a los uniformados que nos detuvieran. Al ver el movimiento pude llamar por teléfono a Katia, mi esposa, y decirle lo que estaba pasando.
Frente a mí alguien de la inseguridad me exigía el teléfono y yo le respondía que no se lo entregaba porque desconocía quién era. Para ganar tiempo le exigí que se identificara. El militar ordenaba a los uniformados me pidieran identificación y me quitara el celular. Le respondí: a él si se lo entrego porque lo identifico como agente de orden público. Nos llevaron con urgencia a un carro patrullero y nos trasladaron a la unidad policial de Trinidad, donde tuvimos que esperar para ser trasbordados al patrullero que nos llevó a Sancti Spíritus.
El chofer conducía a alta velocidad. El patrullero era seguido por el Lada que estaba en el operativo. Abdel le dijo:
“Afloja la marcha que ya estamos presos, no hicimos resistencia, y no veo el porqué del corre-corre, cuando trasladaban a Omar Pernet provocaron un accidente y dejaron al hombre con secuelas para toda la vida. Hace unos días murió Oswaldo Payá y Harold Cépero, el gobierno dice que en un accidente y nosotros que fueron ultimados por ustedes, y yo no quiero ser el muerto”
El jefe de carro le dijo dale suave, y el conductor redujo la velocidad.
Llegábamos al Centro Provincial de Instrucciones de Santi Spíritus, nos condujeron a la antesala y requisaron nuestras pertenencias, me ocuparon a mí, la cámara fotográfica, una memoria flash de 16 GB y un estuche de CD. Pusieron a un analfabeto a tomar notas de nuestras pertenencias recuerdo que escribió reloj con x (relox) y camiseta (kamiceta) y le rectifique. Él murmuraba en contra de los oficiales de la contra inteligencia.
En ese momento entró uno de ellos con el Acta de Detención que nos negamos a firmar porque decía: Desorden Público. Finalmente nos llevaron a los calabozos. No acepté el colchón y el guardia me dijo: empezaste mal. Salude a quien estaba en la celda y le dije al guardia: trasmítele a tu jefe que yo ni tomo agua, ni voy a comer. Me respondió: Allá tú.
Estaba conmigo un joven de 21 años de edad tenía 82 robos y 41 confirmados, le pregunté si no había escuela en donde vivía y se rió con otra pregunta ¿Por qué me dices eso? Pues porque no creo que has tenido tiempo de ir a la escuela y robar a la vez.
Comencé con hipoglucemias y no dejé que mi acompañante llamara al guardia. Estaba aturdido y soñoliento y con muchas sudoraciones. En la noche el muchacho se dedicó a levantar una losa de concreto que servía de letrina sanitaria con un hueco y escavó llegando a la pared exterior y logró sacar los bloques con el propósito de fugarse al día siguiente. Entendí que si en la noche el flaco se fugaba me podían incriminar por encubrimiento de fuga.
A las 6:00 am del día 14, un guardia habría la celda y me entregaba el desodorante, el cepillo y la pasta dental. Cumplía ya más de 24 horas de abstinencia siendo diabético. Más tarde dormitaba cuando sentí el ruido de las rejas y ante mí un teniente coronel vestido de gala acompañado de cinco guardias me exigía que me pusiera de pie. Yo me ponía una camiseta y preguntó soberbio ¿Por qué no estás vestido? Yo respondí porque dormía. Con voz fuerte dijo: aquí a las 6:00 am se dio el de pie y ya tenía que estar vestido y nuevamente me ordenaba: póngase de pie, yo soy un oficial. Le respondí: yo no soy militar y me volví a acostar. Él ordenó que me trasladasen solo a una celda de castigo, no tenia tuberías de agua y en el hueco del baño las heces fecales median medio metro, con gusanos y moscas. Volví a costarme y pasado un rato vino un guardia a buscarme. Me llevó a un cuarto de instrucción y me pidió me sentara, entro un oficial de la inseguridad del estado y se dirigió a mi diciendo mi nombre completo: Ricardo Santiago Medina Salabarria.
-Sí, respondí
-¿usted es sacerdote?
-Sí
Irrumpió el mayor Mursuli y le dijo al instructor tráemelo acá un momento y me sacaron a las oficinas de ellos, a la entrada del Centro de Instrucciones.
Es que de la Sesión 21 en La Habana (Enfrentamiento al Enemigo) Samper quiere hablar contigo, dijo Mursuli; tenía el speaker del teléfono abierto y yo le dije que no tenía que hablar con Samper por teléfono, si quiere hablar conmigo que mande una patrulla por mí a casa y que me detenga y en la detención habla conmigo.
Por el teléfono Samper gritaba y les ordenaba con fuerza:
Estaba conmigo un joven de 21 años de edad tenía 82 robos y 41 confirmados, le pregunté si no había escuela en donde vivía y se rió con otra pregunta ¿Por qué me dices eso? Pues porque no creo que has tenido tiempo de ir a la escuela y robar a la vez.
Comencé con hipoglucemias y no dejé que mi acompañante llamara al guardia. Estaba aturdido y soñoliento y con muchas sudoraciones. En la noche el muchacho se dedicó a levantar una losa de concreto que servía de letrina sanitaria con un hueco y escavó llegando a la pared exterior y logró sacar los bloques con el propósito de fugarse al día siguiente. Entendí que si en la noche el flaco se fugaba me podían incriminar por encubrimiento de fuga.
A las 6:00 am del día 14, un guardia habría la celda y me entregaba el desodorante, el cepillo y la pasta dental. Cumplía ya más de 24 horas de abstinencia siendo diabético. Más tarde dormitaba cuando sentí el ruido de las rejas y ante mí un teniente coronel vestido de gala acompañado de cinco guardias me exigía que me pusiera de pie. Yo me ponía una camiseta y preguntó soberbio ¿Por qué no estás vestido? Yo respondí porque dormía. Con voz fuerte dijo: aquí a las 6:00 am se dio el de pie y ya tenía que estar vestido y nuevamente me ordenaba: póngase de pie, yo soy un oficial. Le respondí: yo no soy militar y me volví a acostar. Él ordenó que me trasladasen solo a una celda de castigo, no tenia tuberías de agua y en el hueco del baño las heces fecales median medio metro, con gusanos y moscas. Volví a costarme y pasado un rato vino un guardia a buscarme. Me llevó a un cuarto de instrucción y me pidió me sentara, entro un oficial de la inseguridad del estado y se dirigió a mi diciendo mi nombre completo: Ricardo Santiago Medina Salabarria.
-Sí, respondí
-¿usted es sacerdote?
-Sí
Irrumpió el mayor Mursuli y le dijo al instructor tráemelo acá un momento y me sacaron a las oficinas de ellos, a la entrada del Centro de Instrucciones.
Es que de la Sesión 21 en La Habana (Enfrentamiento al Enemigo) Samper quiere hablar contigo, dijo Mursuli; tenía el speaker del teléfono abierto y yo le dije que no tenía que hablar con Samper por teléfono, si quiere hablar conmigo que mande una patrulla por mí a casa y que me detenga y en la detención habla conmigo.
Por el teléfono Samper gritaba y les ordenaba con fuerza:
El CID no puede llegar a ningún lugar de Santi Spiritus, porque esa es una organización diseñada para el terrorismo, es una organización con Plataforma de Trabajo publicada en internet y con una Propuesta de Constitución entregada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, esta gente quiere estabilizar la revolución y son unos mercenarios.
-Yo no soy mercenario
-Tú eres mercenario, porque a ti te pagan
-No, a mí nadie me paga, porque enfrenarse a ustedes que son una maquinaria represiva no tiene precio, a mí nadie me paga. Y no tengo más nada que hablar con ustedes, llamen al guardia y llévenme para la celda que me declaro en huelga de palabras, yo no voy a hablar más.
Mursulí, decía extrañado mira como este le responde y habla con los jefes, yo le respondí: son tus jefes porque yo no soy militar.
Samper repetía con fuerza que el CID no podía fundarse en Santi Spiritus y responsabilizaba a los súbitos que respondían repitiendo, si jefe, si jefe.
Pasados unos minutos me llevaron a la celda.
Cerca de medio día, un guardia me pedía que me vistiera, cuando ya estaba vestido me dijo: recoge tus pertenencias.
Pensé que me cambiaban de celda, pero me llevaron al vestíbulo. Frank estaba allí y al rato trajeron a Abdel, un mayor que vestía traje de gala nos entregó las pertenencias y pedía que revisáramos.
Falta mi teléfono, mi cámara, mi memoria de 16 GB y mis discos. Él respondió si eso el oficial de la contra inteligencia es quien tiene que ver con eso, al rato. Llegó el de la contra inteligencia no dio nuestras cosas y dijo espero el patrullero para que los lleve a la autopista y los deporten a La Habana y a Santa Clara. Encendí el móvil y el militar me dijo: no aquí no lo puedes encender.
-Yo voy a revisar el saldo, porque no sé si ustedes me lo gastaron, aproveche y llame a Katia: Nos llevan en patrulla para deportarnos a La Habana y a Santa Clara. Y colgué.
Llegó el carro patrullero y nos montaron a los tres en el asiento trasero, encendimos los teléfonos y comenzamos a llamar a nuestros familiares para darles tranquilidad. Nos llevaron al Km 340 de la autopista nacional y los militares llamaron a un jeep de patrulla de Carretera y detenían la marcha de los carros para montarnos de regreso a nuestros destinos.
Abdel fue el primero en ser devuelto a la Habana. A Frank y a mí en el jeep nos movieron unos 10 Km del lugar inicial. Preguntábamos para donde nos llevaban y no respondían. Pararon varios carros que se negaron a trasladarnos. Finalmente uno estuvo dispuesto a llevarme. Frank y yo nos despedidnos con un abrazo. Frank me llamó luego para decirme que ya iba camino a Santa Clara. Llegue a mi casa cerca de las 6:00 pm, detrás de mi Abdel.
http://cubacid.org/
-Yo no soy mercenario
-Tú eres mercenario, porque a ti te pagan
-No, a mí nadie me paga, porque enfrenarse a ustedes que son una maquinaria represiva no tiene precio, a mí nadie me paga. Y no tengo más nada que hablar con ustedes, llamen al guardia y llévenme para la celda que me declaro en huelga de palabras, yo no voy a hablar más.
Mursulí, decía extrañado mira como este le responde y habla con los jefes, yo le respondí: son tus jefes porque yo no soy militar.
Samper repetía con fuerza que el CID no podía fundarse en Santi Spiritus y responsabilizaba a los súbitos que respondían repitiendo, si jefe, si jefe.
Pasados unos minutos me llevaron a la celda.
Cerca de medio día, un guardia me pedía que me vistiera, cuando ya estaba vestido me dijo: recoge tus pertenencias.
Pensé que me cambiaban de celda, pero me llevaron al vestíbulo. Frank estaba allí y al rato trajeron a Abdel, un mayor que vestía traje de gala nos entregó las pertenencias y pedía que revisáramos.
Falta mi teléfono, mi cámara, mi memoria de 16 GB y mis discos. Él respondió si eso el oficial de la contra inteligencia es quien tiene que ver con eso, al rato. Llegó el de la contra inteligencia no dio nuestras cosas y dijo espero el patrullero para que los lleve a la autopista y los deporten a La Habana y a Santa Clara. Encendí el móvil y el militar me dijo: no aquí no lo puedes encender.
-Yo voy a revisar el saldo, porque no sé si ustedes me lo gastaron, aproveche y llame a Katia: Nos llevan en patrulla para deportarnos a La Habana y a Santa Clara. Y colgué.
Llegó el carro patrullero y nos montaron a los tres en el asiento trasero, encendimos los teléfonos y comenzamos a llamar a nuestros familiares para darles tranquilidad. Nos llevaron al Km 340 de la autopista nacional y los militares llamaron a un jeep de patrulla de Carretera y detenían la marcha de los carros para montarnos de regreso a nuestros destinos.
Abdel fue el primero en ser devuelto a la Habana. A Frank y a mí en el jeep nos movieron unos 10 Km del lugar inicial. Preguntábamos para donde nos llevaban y no respondían. Pararon varios carros que se negaron a trasladarnos. Finalmente uno estuvo dispuesto a llevarme. Frank y yo nos despedidnos con un abrazo. Frank me llamó luego para decirme que ya iba camino a Santa Clara. Llegue a mi casa cerca de las 6:00 pm, detrás de mi Abdel.
http://cubacid.org/
0 comments:
Publicar un comentario