Peligros del post-mundial
El brasileño Neymar y el argentino Messi son héroes para muchos. Para los cubanos también. Imagen: fcbarcelonanoticias.com
Por estos días me ha atrapado la fiebre del mundial de fútbol. Tuve que sacar toda mi voluntad para salir de delante de la pantalla del televisor porque me quedo ahí y olvido de que la vida es más que un balón “brazuca”.
Sucede que todo el mundo juega bien y da un buen espectáculo en este torneo. Ya no es sólo Europa y los clásicos sudamericanos. Esta copa ha sorprendido por la brillante actuación de equipos que no tienen apenas nombres estelares en sus plantillas. También están los brillantes que siempre da gusto ver.
Y no sólo está el show de los jugadores sobre el terreno, porque el público también es una fiesta. Gente de todas partes ha ido a Brasil (con esa libertad y rapidez de movimiento que caracteriza a la contemporaneidad) a apoyar a sus equipos nacionales o a los equipos de las naciones de su elección. Se ponen pelucas estridentes y usan las camisetas de la selección o incluso de clubes locales. Se pintan la cara con todos los colores habidos y por haber, pero las sonrisas son, en todo caso, lo bastante parecidas entre los asistentes para recordarnos que todos somos en definitiva la misma cosa.
En Cuba la gente lo está gozando. Lo está imitando lo mejor que puede. Los niños en las calles ahora no están jugando beisbol sino que se lían a patadas con lo primero que encuentren y que sea medianamente esférico. Ponen un par de seborucos en una esquina y la línea imaginaria entre las piedras resulta ser una portería. “Yo soy Neymar y tú eres Messi”, dicen, definiendo sus roles antes de comenzar un partido que no tiene cronómetro ni árbitros. Si acaso, el primero que eche un par de goles gana.
Quizá esos sean los mismos cubanos que, dentro de unos cuantos años, jugarán algún mundial. El fútbol, como fenómeno global que es, está cobrando fuerzas también en mi país. Cierto que esta Isla es más bien un planeta, pero parece que hay órbitas de las cuales no podemos escapar.
Sin embargo, más allá de esta contentura deportiva y momentánea, quisiera llamar la atención acerca de qué va a pasar cuando Tele Rebelde deje de ser “el canal del mundial” (así se ha autodenominado en la TV cubana) y pase a ser tan solo “otro canal”. Más precisamente, me pregunto qué agitaciones y qué calores nos traerá este verano luego de que la Copa del Mundo haya sido levantada por el nuevo campeón y todo vuelva a su ritmo habitual.
Tengo esa curiosidad, porque los veranos en Cuba se están volviendo muy calientes. Este, en particular, tiene la significación de ocurrir 20 años después de otro verano hirviente que marcó la vida de muchos. Añádase el factor ambiental: hoy en día el calentamiento global haciendo de las suyas; y el calentamiento local también, por su parte, reflejado en el descontento acumulado de la gente. Los ánimos andan caldeados.
El mundial acabará en algún momento. Ya en agosto de 1994 el mismo evento futbolístico, que se celebrara ese año en EE.UU., había acabado también. Entonces, bueno… ya sabemos lo que ocurrió. Esperemos que este año no haya que lamentar tanto como en aquel verano convulso.
Por Víctor Ariel González en Bastardos sin Gloria
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