viernes, 25 de abril de 2014

Desahogo desde Cuba


Si hay una evidencia irrefutable que demuestra el fracaso de la revolución cubana, esta lo es, sin lugar a dudas, el  artículo 1 de la propia Constitución que la sustenta, el cual estipula: 

¨Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana¨.

Si analizamos este precepto constitucional, vemos cómo el Estado cubano asume la obligación y el compromiso supremo para con su pueblo, de garantizar la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo, así como de fomentar el sentimiento de la solidaridad humana.

Estos compromisos del Estado constituyeron la carta credencial que hicieron posible el respaldo incondicional de la mayoría de los cubanos, hombres, mujeres, niños y niñas, negros y blancos, cubanos todos. Por esos compromisos, millones de cubanos  ofrecieron en sacrificio y con orgullo los mejores años de sus vidas y hasta sus propias vidas, con el anhelo de garantizarles a  sus hijos una sociedad mejor donde vivir,  y ese era el lema:   ¡Sacrificarnos por un futuro mejor!

 ¡Qué altruismo y fidelidad la de este pueblo!  Renunciar a sus familias consanguíneas  que decidieron hacer sus vidas en otros parajes del mundo, por el solo hecho de no defraudar a aquellos que le prometieron un futuro mejor. ¡Cuántas familias destruidas!

Más de medio siglo ha pasado de cuando los depositarios de nuestra fe, que son los mismos de hoy, nos profetizaron una vida mejor a costa de nuestro sacrificio.

Ya muchos de nuestros padres no están,…y nosotros,  convertidos en padres incapaces de satisfacer los mínimos deseos de nuestros hijos…, lo sufrimos. Vemos como nuestros hijos viven en una sociedad donde cada día son mayores las desigualdades injustificadas, donde la ley del más fuerte o del que más tiene, no importa cómo lo obtenga, es la que vale. Una sociedad donde decir ¡basta!,  puede llevarte a la cárcel. 

Una sociedad donde la corrupción se ha convertido en un modo de vida aceptado por todos y la inmoralidad ha pasado a ocupar lugar privilegiado en la lista de los patrones de conducta de muchos. Una sociedad donde existe cada vez más una élite privilegiada que mira por encima de los hombros. 

Una sociedad donde las cárceles están repletas de víctimas. Una sociedad donde la infelicidad y la tristeza reinan en los hogares cansados de tantos lamentos. 

Vemos señores, como nuestro sacrificio y el de nuestros  padres que ya no están, solo han servido para construir una sociedad; sí, una sociedad de Mierda.  

Lic. Nelson Rodríguez Chartrand. Abogado de la Defensoría del Pueblo del CID    nelsonchartrand@gmail.com

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