Trabajadores saben que son esclavos del gobierno
Este 1 de mayo como es costumbre veremos las plazas y calles de Cuba llenas de personas llevando banderas y carteles a favor de algo que los dueños del poder llaman "la revolución", mientras el monopolio de los medios de comunicación tratará de hacerle creer al mundo que todos desfilan por voluntad propia. Ese gran teatro ha servido por muchos años para que en el exterior creyeran que en Cuba existía libertad y democracia. Y muchos fuera de Cuba quisieron creerlo por demasiado tiempo.
Pero la realidad es otra, la gran mayoría de los trabajadores marcharán porque en sus centros laborales existen mecanismos que directa o indirectamente los obligan a asistir a estos actos. El que no se presente perderá el estímulo en divisa y el núcleo del partido comunista lo tachará de gusano y contra revolucionario. Esto será una mancha en su expediente laboral que los perseguirá para toda la vida; serán marginados por el gran empleador: el Estado. Tambien sus hijos pagarán las consecuencias de la indisciplina de su padre o de su madre.
A la mayoría de los trabajadores se les paga una miseria que apenas les alcanza para mal comer, no cuentan con medios de transporte y sin recursos no pueden disfrutar de vacaciones ni siquiera como turistas en su propio país. Las condiciones de trabajo son pésimas y son obligados a pertenecer a una organización que está subordinada al régimen.
Los trabajadores marcharán el 1 de Mayo conscientes de que no tienen ningún triunfo que celebrar, están ahora más convencidos que nunca de que los cubanos han sido esclavos por más de medio siglo.
Todos o la gran mayoría saben que están gobernados por una cúpula corrupta que goza junto a sus familias de todos los lujos y privilegios. Pero en vez de luchar para cambiar esa realidad juegan a la doble moral para sobrevivir.
Sin embargo cada vez es mayor el número de cubanos que expresan su descontento. Por poco importante que parezca, ese reclamo creciente alimenta el deseo de cambio de la población. Es por estas circunstancias que el futuro de nuestro país apunta a uno de libertad, derechos y esperanzas. Un día llegará en que los trabajadores celebrarán sus derechos un 1 de mayo en forma voluntaria en lugar de ir a rendir obediencia como esclavos a una dictadura que los explota y los desprecia.
Pero la realidad es otra, la gran mayoría de los trabajadores marcharán porque en sus centros laborales existen mecanismos que directa o indirectamente los obligan a asistir a estos actos. El que no se presente perderá el estímulo en divisa y el núcleo del partido comunista lo tachará de gusano y contra revolucionario. Esto será una mancha en su expediente laboral que los perseguirá para toda la vida; serán marginados por el gran empleador: el Estado. Tambien sus hijos pagarán las consecuencias de la indisciplina de su padre o de su madre.
A la mayoría de los trabajadores se les paga una miseria que apenas les alcanza para mal comer, no cuentan con medios de transporte y sin recursos no pueden disfrutar de vacaciones ni siquiera como turistas en su propio país. Las condiciones de trabajo son pésimas y son obligados a pertenecer a una organización que está subordinada al régimen.
Los trabajadores marcharán el 1 de Mayo conscientes de que no tienen ningún triunfo que celebrar, están ahora más convencidos que nunca de que los cubanos han sido esclavos por más de medio siglo.
Todos o la gran mayoría saben que están gobernados por una cúpula corrupta que goza junto a sus familias de todos los lujos y privilegios. Pero en vez de luchar para cambiar esa realidad juegan a la doble moral para sobrevivir.
Sin embargo cada vez es mayor el número de cubanos que expresan su descontento. Por poco importante que parezca, ese reclamo creciente alimenta el deseo de cambio de la población. Es por estas circunstancias que el futuro de nuestro país apunta a uno de libertad, derechos y esperanzas. Un día llegará en que los trabajadores celebrarán sus derechos un 1 de mayo en forma voluntaria en lugar de ir a rendir obediencia como esclavos a una dictadura que los explota y los desprecia.
Por Rolando Pupo Carralero
del Comité Ejecutivo Nacional
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