Desde chiquitos, más adoctrinamiento.
La reforma que dice estar teniendo lugar en el sistema nacional de educación buscaría más adoctrinamiento en la conciencia infantil, la primera que se forma en el individuo y que constituye el paso inicial hacia el carácter del adulto.
Desde niños, somos bombardeados con la propaganda ideológica que dicta el Estado cubano. Las asignaturas son utilizadas como herramienta para la “creación de una conciencia revolucionaria”. Es en este período que los estudiantes son obligados a repetir los viejos dogmas en que patria, revolución y socialismo son conceptos indistinguibles entre sí. Lo más importante no será hacer razonar, o que los colegiales aprendan a pensar por sí mismos: lo fundamental será crear un carácter obediente, intolerante desde el punto de vista político, e ideológicamente excluyente.
Los niños cubanos no estudiarán la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dedicarán muy pocos minutos a la Constitución de la República y, en cambio, repasarán mil veces los capítulos de la historia nacional escrita por los vencedores-dictadores de hoy. Martí será el Héroe Nacional, pero Fidel Castro será presentado como la encarnación del Apóstol y la figura a la que hay que rendirle culto.
“¡Seremos como el Che!”, nos obligarán a gritar, desde pequeños: no seremos como nosotros queramos, sino al estilo de una imagen purista del “Guerrillero Heroico”, que no incluye los fusilamientos masivos cuando Guevara fue jefe de La Cabaña. Como mismo los niños cubanos llevan la ropa uniformada, tratarán de uniformar sus mentes con el rasero de la sumisión y el miedo, mucho miedo desde temprano.
¿Qué trae como consecuencia ese afán estatal por la obediencia, por la pérdida de individualidad? Muy sencillo: la doble moral. A los pequeños les podrán enseñar mucha doctrina en las escuelas, que ellos repetirán mecánicamente, pero cuando lleguen a casa se encontrarán con una familia que tiene que enfrentar un sinfín de problemas cotidianos y que se ha decepcionado por las promesas incumplidas; se encontrarán con los productos que mandó “la tía que está en Miami” y que están mucho mejor que los que venden aquí. El niño, al fin, comenzará a hacer preguntas lógicas en su casa, que sus padres responderán con honestidad y un discurso que terminará así: “esto no lo puedes decir en la escuela”.
Así es la educación en Cuba, y todo pinta para peor con las reformas que han anunciado en el sistema de enseñanza. Mientras no haya un ambiente de libertad, tanto política como económica, donde existan oportunidades reales de bienestar y garantías para la seguridad y el progreso, las nuevas generaciones seguirán deformándose y desarraigándose. Los números hablan por sí solos: el país se pone viejo y la emigración crece. Sobre todo, la emigración de los jóvenes que fueron formados -¡qué contradicción!- en la doctrina de la obediencia.
Artículos relacionados:
• “Se flexibiliza la escuela cubana” Diario Juventud Rebelde, 14 de mayo de 2013. Pág.8
• “Que la escuela se parezca a sus alumnos y a la comunidad” Diario Juventud Rebelde, 15 de mayo de 2013. Pág.5
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Por Víctor Ariel González
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