Una vigilia por Venezuela
Maduro prefiere que
arda Troya antes que buscar un diálogo democrático
Por Oscar Arias Sánchez
La situación en
Venezuela se está precipitando. El arresto del alcalde de Caracas, Antonio
Ledezma, a manos de agentes de inteligencia –aparentemente sin orden de arresto
y con la delirante justificación de un supuesto intento golpista- confirma lo
que muchos hemos temido durante los últimos meses: el gobierno de Nicolás
Maduro está dispuesto a dejar que arda Troya antes de procurar un diálogo
democrático.
Arrinconado contra
la pared, ha incrementado sus niveles de violencia, represión e intimidación.
El irrespeto a los derechos humanos es patente. La comunidad internacional debe
exhibir más que un apoyo pasajero al pueblo venezolano. Este debe ser el inicio
de una vigilia por Venezuela, una vigilia incesante y contundente: es necesario
que todos, líderes mundiales, activistas, profesores, periodistas, ejerzan
presión para que el gobierno de Maduro libere a los presos políticos y respete
el Estado de Derecho.
No podemos ser
libres, en ningún lugar, si permanecemos impasibles ante la opresión, en
cualquier lugar.
Hago también un
llamado a la comunidad internacional para que vuelque sus ojos sobre Venezuela.
Conozco bien la dinámica de las relaciones internacionales. Sé que existe una
competencia por la atención a nivel global, y que Venezuela comparte el
escenario con regímenes que presentan un riesgo más cercano para las potencias
mundiales.
No es la división ni
la venganza lo que llevará a Venezuela a un mejor futuro
Sin embargo, quiero
subrayar que estamos en un punto de inflexión: en una Venezuela postrada
económicamente, y aislada políticamente, la presión internacional puede generar
resultados positivos. La primera condición debe ser, como lo he dicho muchas
veces, la liberación de todos los presos políticos. Cada día que se arrestan
oficiales electos o estudiantes es una violación a los derechos humanos, a la
Carta de las Naciones Unidas y a la Carta Democrática de la Organización de
Estados Americanos.
La liberación de los
presos políticos debe ser el primer paso de una estrategia que lleve a un pleno
restablecimiento de la democracia en Venezuela.
Es innegable que dos
piedras angulares de la supervivencia del régimen chavista han sido el
desempeño económico, sustentado sobre el comercio del petróleo, y la
popularidad de su líder (en su momento Hugo Chávez y después, en menor medida,
Nicolás Maduro). Creo que todos podemos coincidir en que estas dos fuerzas se
encuentran hoy en el peor estado registrado desde 1999.
No es la división ni
la venganza lo que llevará a Venezuela a un mejor futuro, sino la inclusión
pacífica e inteligente. Yo confío en que ha llegado la hora. Confío en que los
venezolanos sabrán reconocer que el régimen chavista pudo haber tenido, en sus
inicios, intenciones nobles, pero su fracaso es indiscutible. Una democracia
canaliza el descontento popular con eficacia. Una democracia rectifica errores
con prontitud. Chávez y Maduro se encargaron de ahogar esa capacidad de
respuesta.
San José, febrero 26.
Oscar Arias Sánchez fue presidente de Costa Rica de 1986 a 1990 y de 2006 a
2010 y obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1987 por sus gestiones para la
pacificación de Centroamérica
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