martes, 31 de enero de 2017

Su silencio me convenció, más que nada, del inicio del fin de la tiranía


Cada día que pasa se hace más  evidente la condición “mortem” del régimen de la Isla. Los 28 de enero, fecha venerable para todo cubano, se han convertido por la obra perversa de los hermanos Castro en una manifestación de compromiso con la dictadura. Sin embargo en los últimos años esta peregrinación forzada ha decaído visiblemente y se parece cada vez más a una fiesta de disfraces que a una demostración de admiración y devoción a nuestro Apóstol.

En la reciente celebración de esta fecha  el pueblo de Delicias fue testigo de la sorpresiva suspensión del tradicional desfile ante la falta de organización y el pobre nivel de convocatoria mostrada. Solo aislados grupos de niños con trajes alegóricos a los personajes de la "Edad de Oro" se observaban desorientados. Los padres atónitos comentaban entre si la desvergüenza y el asombro. Alguien comentó a mi lado: "Lo jamás visto en los años de Revolución".     

Momento que aproveché para decirle de manera muy natural: "Nada, amigo mío, que cuando un pueblo se cansa de tantas mentiras deja de responder a las convocatorias y de una manera espontánea se manifiesta. No se asombre si en cualquier momento el pueblo salga a las calles y no precisamente a desfilar como ovejitas, sino a reclamar sus derechos usurpados.  Mi interlocutor calló y su silencio me convenció, más que nada, del inicio del fin de la tiranía. 

Por Norge Rodríguez Vergés, vicedelegado del CID en Delicias, Las Tunas.

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