Policías y agentes de la seguridad vigilan celebración de Santa Bárbara
Durante la discreta celebración que se permitió tras los sucesos del dia 25, los alrededores de la Iglesia, que tradicionalmente el 4 de diciembre se engalanan con multitud de vendedores de flores, estampas, velas y alimentos se vio opacado este año por un enjambre de inspectores integrales, desplegados allí para impedir la venta y los aires de celebración. Súmele a ello las decenas de policías y los agentes de la seguridad que en todo momento se encontraban en el lugar como parte de un aparatoso operativo que vigilaba a los peregrinos, presta a actuar ante cualquier manifestación de júbilo popular. Sin dudas toda una falta de respeto, una humillación más para este pueblo al que se le impuso el duelo y al que se le niega aun la verdadera libertad.
El origen de esta edificación, que se localiza en la calle Guasimal esquina a Calixto García en la localidad de Párraga, ubicada en el municipio Arroyo Naranjo, está ligado a la figura de Armando Miguel Arencibia Leal, Monseñor Arencibia. En 1950 el entonces sacerdote es enviado a ejercer su ministerio religioso en el reparto Párraga a una capilla, bajo la advocación de San Eduardo. El Padre Arencibia, sentía una gran devoción por Santa Bárbara, por lo que comienza a recaudar fondos para la construcción de una iglesia más grande con el objetivo de dedicársela a la Santa.
Con la ayuda de la población realiza ferias, rifas, pide limosnas, pero el pueblo es pobre y el dinero recogido no alcanza. Por lo que el Arzobispo de La Habana, Manuel Arteaga Betancourt y la primera dama Martha Fernández, esposa de Fulgencio Batista, donan la suma necesaria para la construcción de la iglesia. En 1952 se inicia la construcción y el 4 de diciembre (fecha de su festividad) de 1953, se inaugura la Iglesia con grandes festejos. La ceremonia fue presidida por Monseñor Manuel Arteaga Betancourt y el Padre Arencibia. En 1955 es declarada Parroquia y se le otorga el rango de Santuario Nacional de Santa Bárbara.
Miles de personas acuden cada año hasta este rincón de la capital cubana con sus esperanzas a fortalecer su fe o dar muestras de agradecimiento, como parte de una de las pocas tradiciones religioso familiares que aún viven en el corazón del cubano, muy a pesar de la represión castrista y el daño antropológico causado a la Nación.
CID en el municipio 10 de Octubre
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