Relaciones Cuba-China: ¿producirán vértigo las “nuevas alturas”?
La visita del presidente de la República Popular China a Cuba ha sido uno de los eventos más importantes del año. Así nos lo hizo saber la prensa oficial, que dedicó extensos reportajes al recorrido de la delegación asiática por nuestro país.
China es el segundo socio comercial de Cuba, según declara el periódico Granma en su edición del 23 de julio de 2014. La visita de Xi Jinping, jefe del Estado de ese lejano país, se produce como parte de un estrechamiento de las relaciones entre China y Latinoamérica. China está tratando de expandir sus áreas de influencia económica, un fenómeno que es común a los países de su tipo, o sea, las grandes potencias.
Por su parte, la Cuba de los últimos años tiene la particularidad de estar imitando el modelo chino: apostar por un desarrollo económico sin libertades políticas; por tener un mercado capitalista, pero sin democracia. El régimen cubano, totalitario, comunista de título, necesita dinero para salvarse, de forma que las nuevas generaciones de la casta dirigente tengan asegurada su permanencia en el Poder. Para logarlo, ya en Cuba se han roto muchas de las antiguas barreras que impedían cierta independencia económica de los ciudadanos y se han traicionado silenciosamente varios principios “revolucionarios”: lo mismo que en China el “Libro Rojo” de Mao Zedong dejó de ser una ley fundamental.
El viaje del presidente chino se produce en medio de una campaña cubana por lograr fuentes de financiamiento para una economía en bancarrota. Como ejemplo de esa política está la construcción de la terminal de Mariel y la exportación cada vez mayor de servicios médicos, aunque esto último ocurra en detrimento del sistema de salud nacional. La delegación china suscribió varios acuerdos con la parte cubana, sin embargo falta un tiempo para ver si esos acuerdos traen resultados. Históricamente, los cubanos han quedado muy mal con sus acreedores, y los chinos no son excesivamente confiados.
Llama la atención que en la prensa oficial cubana casi no se ha hablado del embargo norteamericano como un punto que se mencionó en las conversaciones diplomáticas. Xi Jinping hizo las visitas protocolares, inclusive se reunió con el ex presidente Fidel Castro, pero no condenó el “cruel bloqueo genocida” como suelen hacer otros jefes de Estado que vienen a Cuba. Se sabe que EE.UU. es el mayor socio comercial de China, y al parecer el embargo es un asunto espinoso que Xi Jinping no quiso tocar y la parte cubana, intereses mediante, tuvo el “buen gusto” de no poner sobre la mesa tampoco.
Se dice que gracias a esta visita, las relaciones Cuba-China llegarán a “nuevas alturas”. Pero tal vez no se suba mucho más de lo que están actualmente. Habrá mucha cobertura oficial o mucho simbolismo en las ofrendas florales y los estrechones de manos, pero China tiene bien claras sus prioridades económicas. Y si Cuba no logra resultados con los recursos que preste el Gigante Asiático, tendremos un nuevo acreedor: uno más entre los muchos a los que Cuba debe grandes sumas de dinero.
Es que lo que no cura ni el médico chino tampoco habrá de remediarlo el presidente Xi Jinping.
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Por Víctor Ariel González
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