martes, 30 de octubre de 2012

LA MALDICION DEL CASTRISMO


Editorial de La Nueva República*

  No acababa Raúl Castro de terminar la fiesta por la campaña fraudulenta de Hugo Chávez  en Venezuela cuando un huracán llegó a tierras cubanas para demostrarnos  una vez más que los Castro son una maldición.

  Ante la tragedia, magnificada por el pésimo estado de las construcciones y los errores del régimen, cualquier jefe de estado hubiera viajado  inmediatamente a  la zona a reunirse con el pueblo y a darle aliento.

Las caras del pueblo lo dicen todo

  Raúl no viajó a Santiago hasta que le aseguraron que su vida no corría peligro. No obstante, mantuvo la distancia de la molestia y la desesperación de la gente con encuentros cuidadosamente organizados.  No se ensució ni las suelas de sus brillantes, cómodos  y elegantes zapatos.  Con un uniforme impecable, bien peinado y  disfrutando un  agradable aire acondicionado se reunió en el Puesto de Dirección para Situaciones de Desastre del Consejo de Defensa Provincial. Allí  sus camaradas militares, igualmente elegantes, sin una traza de sudor o fango, le informaron de  la situación.

  Como Cuba está en la quiebra, el dictador no pudo anunciar cuantos millones se dedicarían  a la reconstrucción de viviendas, a paliar el hambre de los miles de cubanos desamparados, a reparar la infraestructura etc. Lo que se ha publicado es lo que esperábamos, que un barco viaja de Venezuela con ayuda para evitar que el parasito castrista tenga que enfrentar la furia del pueblo.


 
  
  Pero no todo es negativo.  En medio de la desgracia ha habido muchas  demostraciones de solidaridad entre quienes sufrieron la tragedia y  hacia ellos de los cubanos en la isla.   Si la dictadura no tuviera tanto temor al pueblo y permitiera que el exilio y los Estados Unidos asistieran, la ayuda llegaría en tales volúmenes que toda la zona afectada, incluyendo la agricultura, no solo se repondría sino que superaría con creces su situación anterior. 

Pero eso equivaldría a acabar de una vez con el mito del enemigo exterior y la mentira de la mafia cubana de Miami.  Sería el fin del régimen.  


Compatriotas, el castrismo es una maldición que nos obligará a todos a liberarnos del temor para acabar con ella, porque de este país no se va el que quiere sino el que puede.

* La Nueva República es el semanario del CID en la isla.

 
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